Esteban cree que las estrellas lo acompañarán esta noche. Esas, que están en el cielo, hoy brillan más que nunca en la oscuridad plena. En el suelo, la caricia verdosa se hacía presente tanto en su cuerpo como en su alma. Involuntariamente, cerró los ojos. Después de una leve llovizna, sintió que había llegado la hora de pensar.
Comenzó como antes lo había pensado: tranquilamente. Empezó a reflexionar y siguió reflexionando. Aquella situación ocurrida fue bastante extraña, se debía aclarar.- ¿Por qué ya no me hablará? Algo malo habré hecho…-. Pensaba.-Si se acercase a mí aunque sea un poco…-.
A pesar de que cada vez todo se oscurecía más, él siguió en el mismo sitio. Cerró los ojos nuevamente. Llovizna. Las horas transcurren… Esa noche no había luna. Aún así, nunca llegó el sol.
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